Una litografía francesa de Paul Allais titulada: Beethoven Chez Mozart, basada en un cuadro de Hugues Merle y grabado por Alfred Chardon en París en 1858.
La obra de arte que tiene más de 160 años, narra la visita de Beethoven en 1787 a Mozart, quien le pidió al pianista que tocara algo para él. Mozart, asumiendo que lo que había tocado Beethoven era una obra maestra cuidadosamente preparada, la elogió de una manera un tanto fría. Beethoven, al observar el tono de Mozart, le rogó a Mozart un tema sobre el cual improvisar, uno de los mayores dones musicales de Beethoven. Beethoven improvisó con tal estilo que Mozart, que prestaba cada vez más atención e interés a medida que Beethoven avanzaba, finalmente se acercó a unos amigos en la habitación contigua y exclamó con entusiasmo: “Manténganse atentos a él. Algún día le dará al mundo algo de qué hablar”.
En la pintura fantasiosa de Merle, la clásica mirada hacia arriba de Beethoven mientras toca el piano indica su comunicación con el espíritu de la imaginación y la creación.
Mozart ha conseguido silenciar a los miembros de la nobleza presentes, que normalmente consideraban a la música como el único acompañamiento de fondo para sus ingeniosas conversaciones.
Alfred Chardon – Beethoven Chez Mozart