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RAÚL ANGUIANO – SUEÑO ERÓTICO

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  • Medidas:
  • Técnica: Aguafuerte
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Descripción

Raúl Anguiano

Fue reconocido por la crítica como uno de los grandes retratistas del pueblo mexicano, quien legó un prestigioso acervo que ha trascendido fronteras y refleja un episodio memorable del arte mexicano. En el momento en que le sorprendió la muerte, el 13 de enero de 2006, tenía 90 años de edad.

Inició estudios de dibujo en su estado natal. Sus primeros dibujos, realizados hacia 1919, siendo un niño, corresponden a la etapa del garabato controlado y expresan su gusto por plasmar el ambiente que le rodea. A los doce años (1927) se integró a la Escuela Libre de Pintura y recibió sus primeras clases en el Museo Regional de Guadalajara.

En la Escuela Libre de Pintura ingresó a los talleres donde aprendió las diversas técnicas y reafirmó su pasión por el arte prehispánico y popular. Sus compañeros lo llamaban el niño Anguiano o Rafaelito. Posteriormente tomó clases de dibujo en la escuela preparatoria con el profesor José Vizcarra, con quien aprendió a perfeccionar el trazo y a experimentar con diferentes técnicas.

En los años treinta plasma por primera vez desnudos, traza la figura humana a la manera clásica y consigue en sus retratos una gran nitidez. En 1934 decidió mudarse al Distrito Federal, y se desempeñó como ayudante de sus amigos muralistas Jesús Guerrero Galván, Roberto Reyes Pérez, Máximo Pacheco y Juan Manuel Anaya. Durante este año se dedicó a pintar y a estudiar la técnica del fresco.

En marzo de 1935, junto con Máximo Pacheco, realizó su primera exposición en el Palacio de Bellas Artes. A partir de entonces más de 100 exposiciones individuales y colectivas han exhibido su obra en diversos museos, galerías o instituciones alrededor del mundo. Presentó muestras en el mismo recinto de mármol en los años 1949, 1982 y 1992 las dos últimas como homenaje y retrospectiva. En 2006 se realizó la exposición póstuma Raúl Anguiano 1915-2006, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

El mandato del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) fue una época de ricas y variadas experiencias para el artista, quien retrató diversos aspectos de la vida del urbe, como la vida en los barrios bajos (carpas y cabarés), dando paso a la caricatura y al sentido del humor. De 1938 a 1942 tuvo una inicial etapa surrealista.

Hacia 1936 se unió a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), fue durante esta etapa cuando por primera vez colaboró de manera activa en un mural. En su inclinación por el estudio de la fisonomía de la ciudad capital, realizó en 1949 interpretaciones libres de sitios que marcan la evolución de la urbe a través de la historia en los óleos: El Caballito, El Puente Nonoalco, El Lago de Chapultepec, y El Pedregal, y un segundo periodo realista se extendería a lo largo de la década de los cuarenta.

De 1952 a 1955 viaja a varios países de Europa, lo que alimentó su propuesta creativa. Entre 1965 y 1968 realiza numerosas exposiciones de pintura, dibujo y litografía en varios países de Europa, Estados Unidos y Sudamérica con gran éxito.

La especialista Guillermina Guadarrama, indicó que la obra de Raúl Anguiano, sobre todo la de los años veinte y treinta, presenta una maravilla de color, de puntos de fuga que no perdió pero sí fue cambiando. “Anguiano parecería como el mismo figurativista naturalista de siempre y no es cierto, si analizamos su obra por etapa vamos viendo los cambios que fue dando el maestro hasta girar a un relativismo más realista”.

Para muchos críticos los cuadros La espina y el Retrato de Alfa Henestrosa son las obras más relevantes que produjo Raúl Anguiano. Su amor por la figura humana especialmente por la femenina se manifiesta en retratos como el de Julia Crespo, el de Pita Amor, la mujer de las iguanas o las mujeres de Juchitán, del rebozo o del turbante; y de alta calidad plástica como su Autorretrato de 1947 o el Retrato de mi abuela.

No pueden dejar de mencionarse sus desnudos: Desnudo de Aurorita, Desnudo de negra, o La Venus de l’espugue, que le inspiraría para incursionar en el abstraccionismo tanto pictórico como escultórico. En su etapa simbólica o fantástica destacan las obras El Caín; La llamada del instinto; Nacimiento y muerte, La loca, La llorona, y La huida.